Sorprende a veces la incapacidad del ser humano para ver más allá de lo que un ilusionista nos presenta. Quiero pensar que durante un tiempo todos nos preguntábamos donde estaba el secreto del truco, y que muchos tratábamos por todos los medios encontrar la clave de su magia. Lamentablemente hoy en día ya no es así. Ahora cuando se nos muestra la ilusión nos lo tragamos sin pensar en como lo ha conseguido. Simplemente nos obcecamos en creer que realmente es real, y la fe puede más que el sentido común.
Uno se da cuenta de ello cuando los grandes ilusionistas de nuestro tiempo, los políticos, nos meten dobladas una y otra vez sus malas artes. Puede que haya algunos que si, que son sinceros y te explica tal cual el truco. Pero otros dejan ver lo que nos interesa, y si lo que les interesa mostrar es que un estado está sobrexplotando a una región en concreto lo harán. Mientras estos habilmente seguirán ejecutando sus verdaderas malas artes, y justificaran el resultado de estas enseñándonos sólo una parte del truco. Así todo cuadrará y se completará el truco a la perfección siendo el público engañado.
¿Pero y si se destapara todo el truco? ¿Seguiría el público creyendo en él? La lógica dice que no, pero el ser humano como he dicho, prefiere obcecarse en su fe, y si la fe dice que su situación se debe a que cierto ente se está llevando lo que es suyo creerá que es así. Tendrán cierta razón, en parte. No olvidemos que toda ilusión tiene algo de real, y algo de falso. La esencia de esta es ni más ni menos que cambiarle la cara al ente. Lo que se conoce como chivo expiatorio. El truco entonces sería el siguiente.
El ilusionista dice que él los ha hecho pobres por culpa de alguien que les quita lo que es suyo. Hasta aquí, todo es cierto. La verdadera ilusión viene cuando el ilusionista le pone nombre al que les quita lo que en teoría es suyo, y digo le pone nombre, porque si no fuera un ilusionista, no le pondría nombre, sino que diría el nombre del que realmente les roba el dinero.
Ya habréis llegado a la conclusión de que hablamos de España y Catalunya. El truco es decir que hay un expolio de Catalunya por parte de España, y que por ello la situación de los catalanes se es tan precaria. Pero lo que no dicen es que el verdadero expolio no lo realiza España. El verdadero expolio es un grupo minoritario de personas que tienen una gran suma de dinero que no se somete a las leyes del país. Echan la culpa a España de que no tengan una hacienda propia, pero no dicen que Catalunya puede gestionar los impuestos directos, que son los que afectan a esas grandes fortunas. No dicen que en la Constitución hay un artículo que estipula que los impuestos deben ser progresivos y no regresivos como son ahora. No dicen que ese dinero que evaden de pagar esas grandes fortunas es el gran culpable de que en Catalunya sus servicios sanitarios y educativos se estén volviendo cada vez más deficientes. Y tampoco dicen que ellos les dan el beneplácito para que lo sigan haciendo buscando una cabeza de turco alternativa. Eso no lo dicen, y aunque otros lo digan, como dije, una vez realizado el truco, la gente se obceca en creer la mentira antes que averiguar la verdad.
No importa que el expolio que destruye la calidad de vida sea el de clase, seguirá siendo la premisa creer que es el expolio fiscal el que nos relega a ser ciudadanos de tercera.
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