miércoles, 30 de enero de 2013

El oído musical del gibon 2

¿Por qué la existencia en si no tiene sentido? No hay respuesta posible para ello.

Sólo se sabe que cuando se está decaído, sin fuerzas, sin ánimos todo te parece irrelevante y piensas que la vida es una broma de mal gusto. En pocas palabras, cuando tu estado de ánimo equivale a la economía española, y perdón por el chiste, te das cuenta de que la vida no tiene sentido. Es entonces cuando se crea el vacío. Un vacío que se tiene que llenar. Pero el problema es que cuando tu buscas cosas para llenarlo, tarde o temprano este se hace más grande y lo que antes te llenaba ahora te parece una de las mayores estupideces de la vida.

Sin embargo, jamás entenderé como puedes revertir esa situación. Los intrínsecos mecanismos que dentro nuestro funcionan son capaces de pasar de off a on por una canción que te alegre el alma. Quizá sea verdad que la música nos revela secretos que están dentro nuestro, y eso es lo que al final le da sentido a nuestra banal y efímera existencia. La música es lo que tiene. No sólo es un lenguaje para comunicar, también nos produce sentimientos.


domingo, 6 de enero de 2013

El oído músical del gibón.

La música en una definición asquerosamente estricta es una secuencia de sonidos que reproduce notas músicales formando una melodía que suscita algo. Pero como en este blog somos simios, y no capullos con tendencias "sabelotodistas" y pretenciosas, trataré de definirla de otro modo.

La música es un lenguaje, y muchos de vosotros ya sabéis lo que los de mi orden piensan. El lenguaje es fundamental para todos. Pero en el caso de la música tiene algo de especial, algo de mágico. Las palabras comunican todo tipo de cosas, conceptos abstractos, objetos materiales, acciones, etc, etc. El hecho de que las palabras tengan esta gran utilidad es lo que hace a priori más grande a la música. Pues no hay mayor verdad que con la música sólo podemos comunicar conceptos abstractos, y a diferencia de con las palabras, con una fuerza tremenda. Es capaz de entrar en nuestro subconsciente y romper todas las barreras para hacernos bailar como monos borrachos, llorar o simplemente distraernos. Es por ello que la combinación de ambos lenguajes es un instrumento sumamente fuerte. La letra con sangre entra ¡No! La letra con música entra. Por ello, os dejaré una de tantas canciones que entraron en mi superando todos los obstaculos de nuestro pensamiento convencional. Podéis criticarla, pues para la música no hay verdades absolutas.



2-1

Ahí estaba yo, rodeado de mis nuevos "amigos" esperando que los sabuesos del Adalid nos apresaran. En un último arrebato, empecé a disparar como una posesa hacia los helicópteros que se aproximaban hacia mi, y derribé varios, pero ellos volvieron abrir fuego. Cuando vi que uno de los proyectiles alcanzaba al cabecilla de banda, dejé de disparar. Le hirieron un brazo, y aunque la herida era leve, cayó desmayado al suelo. Entró en una especie de shock y esperamos que nos rodearan.

Pronto nos llevarían prisioneros, o nos fusilarían allí mismo. Nuestro final se acercaba, y yo lo presentía, así que suspiré una última vez y disparé hacia a mi alrededor. El resto me siguió y uno a uno fuimos cayendo en las arías arenas de aquel desierto. A mi me alcanzó un disparo en la cabeza, pero no morí. Pues si hubiera muerto ahora mismo no estaría contandoos esta historia. Sólo recuerdo como sentí que la bala atravesaba mis sesos. Un pitido infernal empezó a sonar dentro de mi cabeza. Luego vino el silencio y la oscuridad.

Sin embargo, desperté en una cárcel mugrienta con Balcerx, o al menos así se hacía llamar, el jefe de la banda terrorista. Teníamos como compañeros al ladron, Ekdal, y el piloto de nuestro helicóptero. Justo en las celdas de al lado, estaba Rainen y otros integrantes. Algo iba mal. Pues si eso era el cielo, no era como todos imaginamos alguna vez. Pero no era el cielo, y al mirarme en el espejo descubrí parte de mi rostro cambiado. A todos los caídos no habían hecho igual. Nos devolvieron a la vida utilizando los adelantos médicos que poseían. Todo con el objetivo de descubrir si la organización a la que pertenecía Balcerx era mayor.

Craso error cometieron al suponer tal cosa, pues aquello fue el principio, y no el fin, de una revolución que cambiaría para siempre el sistema establecido.