Soy de esa clase de personas que cuando escribe, escribe casi todo lo que piensa. Hoy no va a ser diferente, porque si lo hiciera traicionaría mis principios. De eso va un poco el tema de hoy, de la traición a los principios de uno, y a las acciones disfrazadas de otros.
Alguno ya se imaginará que estamos hablando de política. Hoy en día los políticos son los que más valores propios de su ideología traicionan, y muy especialmente, son los que más enmascaran sus acciones. Esto en consecuencia causa una desconfianza en el ciudadano sobre la política. Lo asombroso es que sean pocos los ciudadanos los que se den cuenta de que este es el objetivo principal de estos individuos, porque si el ciudadano no cree que la política sirve para cambiar realidades adversas, estos tendrán vía libre para hacer y deshacer con impunidad. Es aquella frase que tantas veces he oído "Tú puedes pasar de la política, pero la política no pasará de ti". En los últimos tiempos hemos visto como esta premisa se ha cumplido.
No obstante, hoy tenemos que hablar de esa clase de políticos, los traidores, y los artistas del disimulo. Empezando por los que he citado al principio.
Me costó bastante entender que en el mundo la palabra "neutral" no existe, porque si existiera, sería justo. Sin embargo, he visto a lo largo de mi vida como dos posturas antagónicas, la derecha y la izquierda, se acercaban. Algo que la gente parecía ver bien. Los extremismos son malos, no se puede uno posicionar ahí. Hay que estar en el centro. Eso es lo que le ha pasado a la izquierda. Se ha ido yendo cada vez más al centro, aceptando las reglas del juego de un sistema que por definición era y es de derechas. No se explica de ninguna otra manera que partidos que representaran corrientes como el socialismo actuaran de una manera tan impropia. La prueba está en el tipo de políticas que han llevado a cabo en muchos casos. Optaron por dar más libertad a los mercados, dejando que estos actuaran sin ningún control por el mundo. Es cierto, trataron de redistribuir la riqueza que se creaba a través de ello. Pero eso no fue suficiente y hoy lo estamos viendo. Han llegado las vacas flacas en nuestro país y hemos descubierto que en lo referente a la economía no tenemos ninguna alternativa que no sea la que la derecha siempre ha propuesto.
Por eso tanto izquierda como derecha actúan igual. He ahí el quid de la cuestión. Aunque en los estados gobernados por la izquierda se optara por políticas sociales, (como la sanidad, la educación, etc...) esas políticas se cimentaban bajo una estructura económica que era los más antisocial posible. El tercer mundo era testigo de ello. La teoría utilitarista del el mal de unos servía para crear el bienestar de otros, y como no podía ser de otra forma, cuando el sistema se desplomó, la verdadera cara de este mundo surgió. Una cara cínica y cruel. El mayor pecado de la izquierda fue no seguir trabajando por crear un modelo económico propio, que fuera más justo con el mundo, y que evitara lo que pasaba y lo que está pasando ahora mismo. Lo cual nos lleva a hablar de los reyes del disfraz: la derecha.
La derecha es aquella que defiende con más ímpetu la palabra neutral, porque la palabra neutral significa no tener un dogma político. Su mayor logro ha sido decir que políticas como las de los recortes que estamos sufriendo ahora, no sea una cuestión de ideología, sino que es una cuestión de pragmatismo, de que ahora hay que ajustarse el cinturón. Ponen de ejemplo a los partidos de izquierda que siguen, los pocos que todavía gobiernan, el mismo tipo de políticas. Pero no es así. Esto no es una cuestión de simple austeridad, sino de que la austeridad en el gasto público es símbolo de la derecha. Lo puede hacer la izquierda si, pero es símbolo de la derecha. Lo cual nos lleva a la parte final de este escrito.
La izquierda actúa como la derecha en materia económica porque no ha sido capaz de crear una alternativa (hay una voluntad de crear un estado y modelos económicos más justos y sostenibles, sólo hay que leerse los programa electorales de algunos de los partidos que representan a la izquierda). Ahora lo está haciendo, pero tardarán bastante tiempo en volver a recuperar la confianza y la fuerza que tuvieron en la ciudadanía. Esto es así porque en el pasado, como ya he señalado antes, aceptaron las reglas del juego traicionando a sus principios. Esta traición, a su misma vez, sirvió a la derecha para justificar que las medidas antisociales que se toman no son una cuestión de ideologías, sino de austeridad. La prueba está en que no aportan ninguna nueva alternativa de crecimiento en sus programas electorales. Del mismo modo, el discurso a entrado en los ciudadanos que ya no ven a la política útil y dejan que esta vaya a sus anchas sin ningún tipo de control. Sin embargo, son estos ciudadanos los que hoy tienen la última palabra, porque aunque ellos crean que no sirve, cuando la voluntad de un pueblo se manifiesta con fuerza, la voluntad se hace realidad. Si no la utilizamos, seremos nosotros los que traicionemos nuestros principios como la numerosa masa de personas que somos.