domingo, 4 de noviembre de 2012

1-4

El helicóptero ya había despegado y todos mirábamos al misterioso guardia. Teníamos que quitárnoslo de encima pronto. Rainen me miró asintiendo y justo cuando iba a desenfundar, el guardia habló.

- Vosotros no sois mozos de carga. No trabajáis para el gobierno. Estáis aquí para llevar a cabo el asesinato de Hitcov. Así que dejad de mirarme con cara de pocos amigos, y tú vuelve a enfundar el arma. Yo estoy aquí por lo mismo que vosotros. -

Todos quedamos perplejos ante su confesión. Durante varios segundos seguimos mirándonos los unos a los otros, hasta que me dirigí a ella en un tono más amistoso del que nuestras caras habían reflejado antes.

- ¿Cual es tu plan?. -
- ¿Cual es el vuestro?. -

Yo seguía sin confiar. Pensé podría ser simplemente una trampa. Así que insistí.

- Dinos cual es el tuyo.
- Mirad...no tengo todo el día. Mi plan es disparar desde el helicóptero con la preciosidad que hay detrás del mediociborg. -

Rainen miró detrás y vio un bazoka del modelo BK2. En el acto Rainen soltó una carcajada.

- Con eso no podrás destruir nada. Será una simple explosión que dejará ilesa la barrera de energía del Bismax. Debes estar de broma.
- No estoy de broma medio hombre. El BK2 tiene varias modificaciones. La barrera de energía no podrá absorber todo el impacto. Además, Ekdal habrá desactivado el ordenador central. ¿No es así Ekdal? -

De repente todo cobró sentido. Por eso Ekdal estuvo nervioso durante todo el camino. Él era un colaborador de ese extraño individuo. ¿Habría estado utilizándonos para servirle? De ser así habría traicionado al grupo.

- !Parece que la cosa se está poniendo tensa¡ - exclamó soltando una carcajada el guardia.

- Dejad de mirarle como si fuera un traidor. Sé cuales son vuestros planes y os conozco a cada uno de vosotros. Soy una ciudadana del distrito Alfa, y os llevo vigilando desde hace mucho tiempo. Más concretamente, desde que los hombres de Wildman empezaron a desaparecer. -

No entendía nada, y aquella conversación se estaba volviendo cada vez más incómoda. Su soberbia a la hora de hablar me enervaba.La paciencia se me empezaba a acabar, y su jueguecito ya me había cansado. Así que cogí el arma y apuntándole a la cara empecé a interrogarle.

- Me importa una mierda lo que sepas, y que seas una mujer del distrito. Sólo me importa nuestra misión, y si tus propósitos la ponen en peligro no dudaré en dispararte. Así que ya puedes ir confesar que tramas y por qué. Porque señorita, ya me están cansando tus jueguecitos. -

Todos me miraron atónitos. Todos menos ella que no pareció inmutarse. Yo sabía, que todo era una simple apariencia, y que por dentro estaba más nerviosa que nosotros. Pero por algún extraño motivo, su frialdad me fascinaba. Si hubiera estado en el grupo, seguro que jamás nos hubiera traicionado.

- Tranquilo. No dispares. Estoy en vuestro bando.
- ¿Cuéntame algo nuevo? Dime, ¿Por qué estás aquí?
- Mi padre fue asesinado por Wildman. Él era un pequeño comerciante del distrito Alfa. Uno de los más famosos, ya que su tienda poseía los aparatos más sofisticados de toda Oztral. De hecho, vuestros dispositivos de identificación, son de allí. Ekdal sólo los modificó implementándole un software como el del resto.
 - Es cierto eso Ekdal ¿Creí que los habías fabricado tú?

Ekdal asintió. El bueno de Ekdal no era tan bueno construyendo aparatos después de todo.

- Ekdal los cogió el día que mi padre fue asesinado. Cuando los sicarios se fueron, aprovechó para robarlos. -
- No los robé, no eran de nadie ya. Además, eso pasó antes de unirme a vuestra causa. Los quería configurar para ganarme unas perras. Antes de unirme a vosotros yo era un hacker que se ganaba la vida creando software. Luego llegasteis vosotros, y me di cuenta de mi verdadera razón de ser. -
 - Podrías habérmelos dejado a mi. Yo también necesitaba ganarme la vida, y como eran de la tienda, y la tienda la llevábamos mi padre y yo, me pertenecían. -

- !Ya basta¡ ¿Qué tiene que ver todo eso con nosotros? - pregunté cansado de su discusión.

- Mi padre era un buen hombre, y su talento era de gran valor. Por eso cuando la mafia se dio cuenta de ello, fue a buscarlo. Todo empezó un día en que uno de los hombres de Wildman se acercó a la tienda pidiendo que mi padre se pusiera a su servicio. Mi padre se negó. Él no quería formar parte del juego. Así que le dieron un mes para que repensara su propuesta. Al final, no aceptó y le llenaron el cuerpo de plomo ante mis ojos. Yo estaba escondida cuando ocurrió. Al cabo del tiempo, corrió la noticia de que los hombres de Wildman estaban siendo asesinados. -
- Eso fue lo que te llevo ante nosotros. -
-Si, y vi como el mangante que tenéis como informático estaba entre vosotros. -
- Ekdal es un miembro de gran importancia en nuestra organización. No creo que sea un mangante. Se te devolverá el favor cuando el peligro haya pasado -
- Sé que no tenéis ningún plan de huída. Por eso pensé en modificar uno de estos bazokas. Es más fácil huír teniendo el helicóptero controlado. -
- Si el Bismax se desploma morirán muchísimas personas. No podemos permitir que hagas eso. -
- Es lo mejor. Si el plan fracasara al menos tendríamos la posibilidad de oír. Además, este bazoka no derribará el edifició. Como mucho formara un agujero en la fachada. Pero de momento, lo dispararé contra esos helicópteros que se acercan. -
- ¡Mierda! Nos han descubierto. Ekdal, pon en marcha el plan. Hay un cambio de planes y necesitamos que el ordenador central no controle el helicóptero. Steiner intenta dirigir el helicóptero hacia las afueras. -

Los proyectiles empezaban a volar sobre nosotros. Por momentos creí que nos alcanzarían y que nuestras vidas acabarían sucumbiendo, como lo habían hecho otras, a la fuerza del estado opresor. Pero el programa de Ekdal logró colapsar el sistema y Steiner controlar el helicóptero. Rainen se unió a la desconocida y yo empecé a pensar en que haríamos en las afueras de la ciudad.

Finalmente, un proyectil nos alcanzó y aterrizamos forzosamente en el árido desierto. Por suerte, Steiner consiguió que el helicóptero no se hiciera trizas con nosotros dentro y sobrevivimos sin grandes daños. Estabamos en las afueras, y los helicópteros empezaron a aterrizar alrededor nuestro. El plan había fracasado y nuestro fin se aproximaba

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