lunes, 18 de junio de 2012

Mi amigo el babuino

Hará cosa de un par de semanas, quedé con mi buen amigo el babuino en el bar para tomar unas cervezas. Hacía tiempo que no quedabamos y tenía ganas de verlo. El hecho es que quedamos a las 18 horas y él llegaba tarde. Lo llamé para saber si se acordaba de que habíamos quedado porque era bastante olvidadizo. Al final resultó que tuvo un pequeño altercado en el metro y llevaba como media hora frotándose los ojos por cierto spray de pimienta.

Me dispuse a ir a buscarle para llevarlo a urgencias, ya que para variar, ni un sólo individuo había tenido el detalle de acercarlo. Al llegar y ver su atuendo empecé a entender porque le rociaron con ese spray, y porque nadie quiso ayudarle.

Mi amigo llevaba la barba de hace unos tres días y una camiseta negra en la que estaba inscrito en letras blancas lo siguiente "Me encanta la melodía de mis huevos al chocar contra tu trasero". Para colmo, llevaba unos pantalones cortos de color rojo muy pero que muy ajustados. Aquellos pantalones estaban tan ceñidos que no había manera de no pensar que te estaba señalando.

A pesar de su extravagante vestimenta, por decirlo de alguna manera le acompañé hasta urgencias, y por el camino tuvimos una larga conversación que explicara lo sucedido.

- Tío...¿Qué ha pasado?¿Cómo has llegado a esto?
- Pues mira me acerqué a una chica a preguntarle la hora y me roció con el spray.
- No, eso no. Eso sé porque ha pasado. Me refiero a tu jodida manera de vestir. ¿De dónde coño has sacado esos harapos?
- La camiseta la encontré en uno de estos mercadillos ambulantes. Creí que era una frase ingeniosa.
- Super ingeniosa. Tanto que te han rociado con spray en los ojos.
- ¡Tampoco es para tanto!
- Es cierto, no es para tanto. Pero permíteme que te diga que esos pantalones no te favorecen.
- Hace 5 años me dijiste que me quedaban bien.
- Hace cinco años cabías en ellos. ¿De verdad no se te ha ocurrido que podrías parecer un tarado?
- No.
- Joder macho...si vas apuntando al norte todo el rato. Cualquier persona que te viera te miraría con asco mínimo.
- Bueno, es que no tenía otra cosa para ponerme. Ya sabes, esto de vivir solo es lo que tiene. Nunca sabes que ropa limpia te queda y al final te pones lo primero que pillas.
- En fin...¿te duele mucho?
- Más que doler...escuece.

Finalmente llegamos al hospital. No faltó la broma de si nos habíamos equivocado de lugar, que esto no era el loquero, y digo broma porque es lo que quise pensar. Lo cierto es que mi amigo el "babuino" siempre ha sido un tipo un tanto extraño. Quizá por eso seguíamos quedando de tanto. Siempre tiene una anécdota de este estilo que contarme sobre su vida.

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