domingo, 6 de enero de 2013

El oído músical del gibón.

La música en una definición asquerosamente estricta es una secuencia de sonidos que reproduce notas músicales formando una melodía que suscita algo. Pero como en este blog somos simios, y no capullos con tendencias "sabelotodistas" y pretenciosas, trataré de definirla de otro modo.

La música es un lenguaje, y muchos de vosotros ya sabéis lo que los de mi orden piensan. El lenguaje es fundamental para todos. Pero en el caso de la música tiene algo de especial, algo de mágico. Las palabras comunican todo tipo de cosas, conceptos abstractos, objetos materiales, acciones, etc, etc. El hecho de que las palabras tengan esta gran utilidad es lo que hace a priori más grande a la música. Pues no hay mayor verdad que con la música sólo podemos comunicar conceptos abstractos, y a diferencia de con las palabras, con una fuerza tremenda. Es capaz de entrar en nuestro subconsciente y romper todas las barreras para hacernos bailar como monos borrachos, llorar o simplemente distraernos. Es por ello que la combinación de ambos lenguajes es un instrumento sumamente fuerte. La letra con sangre entra ¡No! La letra con música entra. Por ello, os dejaré una de tantas canciones que entraron en mi superando todos los obstaculos de nuestro pensamiento convencional. Podéis criticarla, pues para la música no hay verdades absolutas.



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