En ocasiones me paro a analizar el mundo y me pregunto el porque de esta
situación ¿Por que la sociedad ha perdido toda la fe, ya no en los
políticos, sino en la misma política? ¿Por que ha aceptado todo lo que
ocurría y ahora recogemos lo que se ha sembrado?
Hace poco, haciendo un recorrido por nuestra historia descubrí dos antes
y después que nos cambiaron para siempre. El primero lo hallé después
de la Segunda Guerra Mundial. Después de habernos metido en un conflicto
armado que dejara a Europa devastada, empezamos a crear una nueva
sociedad basada en ciertos compromisos de solidaridad, que como no,
regularía un estado para que ésta de algún modo, evitando que nuestro
lado más egoísta no la aceptara, se impusiera. En cualquier caso, los
individuos aceptaron y avanzaron de buena gana hacia la reconstrucción
de una Europa en ruinas. Fue así como nació la social-democracia, y con
ella, el estado del bienestar. Él mismo que permitió que toda una serie
de generaciones, de cualquier estamento, pudieran vivir en un país que
les proporcionara una educación, una sanidad pública, además de una
jubilación que le asegurara una vejez tranquila, es decir, practicamente
una sociedad que nos diera la mismas posibilidades de prosperar en la
vida.
Y es en ese momento, es cuando llegamos al segundo punto culminante de
nuestra historia. La
social-democracia no sólo aseguró lo antes mencionado, también dio a luz
a nuevas generaciones que nacerían en una social-democracia ya
construida. Resultó curioso que esas mismas generaciones no supieran
apreciar este nuevo estado. Mientras sus progenitores se sentían
orgullosos de haber llegado a crear una sociedad a priori más
igualitaria de las que había habido jamás, sus hijos no la valoraban. La
nueva generación consideró esta creación como algo dentro de lo normal,
algo que ya estaba
antes que ellos, y que por lo tanto estaba anclado en el pasado. Para
nuestra sorpresa, no avanzó para mejorar este estado arcaico para ellos.
No lo modernizó, pues su idea lo que debería ser el estado no era la
misma. Su idea era tirando más a otra cosa. Lo progresista ya no era
pensar en el colectivo. Ya no tenía tanto valor el grupo, sin embargo,
si lo tenía el individualismo De hecho el colectivo empezó a perder su
valor a partir de esta generación que preferió centrarse en sus propios
intereses. En un principio, en años como
la conquista de los derechos de las mujeres, la lucha contra la
segregación racial y otras nobles causas fueron de interés individual
para estas nuevas generaciones, y se avanzó hacia un mundo más
igualitario, más humano. Pero llegado los años 70 algo cambió. La
intervención del estado social-demócrata empezó a verse como un
obstáculo en las aspiraciones individuales de estos nuevos ciudadanos.
Empezaron a despreciar lo que sus abuelos y padres consiguieron,
centrándose cada vez más en ellos mismos. En resumen, se volvieron
egoístas. Y no sólo eso, también sus políticos, pertenecientes a sus
mismas generaciones. Y así fue como nació el neoliberalismo.
Con este nuevo monstruo ideológico la sociedad cambió. La política
empezó a dejar de ser de interés público para la sociedad. Ésta ya no
tranformaba la realidad, en todo caso impedía cambiarla. Y puesto que
los intereses eran individuales, dificilmente iban a tener una
representación en el estado. La mayor representación del individuo sería
el propio individuo, y la política debía ocuparse entonces de tratar
que ese individuo tuviera las menores restricciones posibles para
hacerlo. En esta nueva sociedad ya no importaba el bienestar general,
sino el interés individual. Así fue como los individuos se abandonaron a
sus propios intereses, se encerraron en si mismos y olvidaron a la
sociedad de la que ellos formaban parte. En consecuencia, la política
quedó degradada. Puesto que cada persona buscaba sus propios intereses, y
el pensamiento predominante era ese, los políticos no serían algo
distinto, de tal forma que así comenzaría la desafección política que
hoy reina en nuestra sociedad.
Ironías de la vida que esto ocurriera así. Como son también que ahora
haya movimientos que traten de separarse de los poderes burocráticos, y
que desde una posición que el propio sistema no contempla como un
posible motor de cambio, quieran volver a recuperar la social-democracia
que antaño fue un obstáculo para sus intereses individuales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario