miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mi amigo el babuino 4

Los días lluviosos exasperantes cuando vas por la calle. Habrá el típico listillo que diga que no es así. Pero ese listillo que dice que le produce calma y sosiego seguro que se lo pasa en la terraza de su casa viendo como cae el agua placidamente. En eso estamos de acuerdo, contemplar el espectáculo de las gotas caer del cielo para chocar y dispersarse en el suelo trae paz y tranquilidad a tu alma ¿Pero y si vas por la calle?

Ahora saldrá otro desgraciado que dice que le gusta mojarse bajo la lluvia. Yo le digo que se moje él, porque yo no pienso volver a hacerlo. Al menos yendo con mi amigo el babuino.

Era verano, y una de esas típicas tormentas que duran una tarde, pero que son tan intensas como un choque de titanes. Salíamos de un bar y no se me ocurrió otra brillante idea que ir corriendo en chanclas, y lo recalco bien ¡en chanclas! Obviamente lo hacíamos para ir corriendo hacia nuestra casas. Pero algo ocurrió.

- Vayamos corriendo hacia nuestras casas va. No seas aburrido tío.
- No soy aburrido es que no quiero mojarme, esperemos mejor que deje de llover.
- No. Va, vayamos. Será divertido.
- ¿Qué tenemos? ¿11 años?
- Pues como si lo tuviéramos nen. Va.
- Bueno vale. Emprendamos este viaje.

Salimos corriendo atravesando la calle para irnos a un saliente que había en el bloque de pisos para así refugiarnos debajo de él. Yo no me hice nada, pero al mirar a mi amigo me encontré un panorama muy diferente al que pensaba.

Mi amigo estaba sangrando por un dedo gordo del pie. Se había dado un golpe al ir a subir un bordillo. Por lo visto resbaló y al resbalar fue cuando recibió el impacto. No hace falta que os describa la cara pero era algo así.


Era obvio que se había hecho daño y su cara reflejaba que la sangre que corría por sus venas se había convertido en mala leche.

- ¿Tío estás bien?
- ¿Qué si estás bien? Joder. Es que te lo dije tío. Porque siempre se tiene que hacer lo que tu digas. Nunca me haces puto caso. Y ahora a joderme yo.
- Bueno lo siento...
- Con un lo siento no se me va a ir el dolor. Es que siempre estamos igual...en fin, vamos a dejarlo porque no quiero hablar.
- Ok.

Permanecimos todo el camino en silencio, caminando descalzos sobre la lluvia para no volvernos a resbalar, porque si, yo también acabé resbalándome y cayéndome al suelo de culo. Si algo podía colmar el vaso, era aquello. Desde aquel día jamás volví a proponer semejante gilipollez yendo en chanclas y con mi amigo el babuino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario