¡Qué grande es nuestro lenguaje! No son tantos los que lo saben, pero gran parte de lo que somos como especie se lo debemos a él, y es gracioso cuando a un niño le preguntas que nos diferencia de los animales y te responde "Pues que nosotros sabemos hablar". Es gracioso no por su banal respuesta como algunos estaréis pensando, pues su respuesta no es banal sino todo lo contrario. Banal es decir que lo que nos diferencia de ellos que nosotros tenemos raciocinio. Pues queridos lumbreras, el raciocinio es la capacidad de un ser para pensar, y para pensar se necesita una lengua, y pensar no es ni más ni menos que hablar desde ti mismo. Eso es pensar, hablar desde uno mismo para uno mismo, y hablar es utilizar un lenguaje.
Pero no reside ahí su total grandeza. No es sólo que nuestro lenguaje nos haya dado la posibilidad de pensar. Éste nos dio la posibilidad de abstraer conceptos y relacionarlos, creo religiones e ideales por los que morir, nos dio la opción de imaginar y crear nuevos mundos. Una imagen vale más que mil palabras, pero sin palabras esa imagen no tendría sentido ninguno. Es más, si no fuera porque eres capaz de plasmar en palabras lo que te produce esa imagen, no habría diferencia entre un animal y tú. A pesar de que los animales si sienten, pero sin palabras el dolor o el placer que puedan sentir al percibir la imagen reduce a los impulsos del propio instinto. La verdadera grandeza de nuestro lenguaje reside en la capacidad para darle al ciclo vital un sentido por el consumirlo.
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