Es difícil explicar que nos pasó a los veinte años, pero ambos pasamos por una etapa depresiva en nuestras vidas. En aquel final de verano nos pasaron muchas cosas que destruyeron los cimientos de nuestras vidas. Fue duro, claro que unos lo asumimos mejor que otros, y otros estaban bastante peor que unos. Este era el caso de mi amigo el Babuino. Después de acabar el verano dejamos de vernos con asiduidad. No nos peleamos, pero cada uno tuvo su manera de asumir los golpes. Yo intenté mirar hacia adelante y no dejar que los problemas me desviaran del rumbo. Él se abandonó en sus pensamientos porque parecía que su futuro también se había hecho trizas. El caso es que después de tres meses intercambiando nada más que comentarios en facebook, y ambos, parecíamos estar mejor. Y así empezamos a contarnos como lo habíamos vivido todo.
- Joder nen, quedamos muy hechos polvo después de aquel verano. El mal de amores es una mierda.
- Lo tuyo sólo era mal de amores. Lo mío era eso y un cúmulo de putadas más.
- Bueno, yo también tenía otros problemas.
- Que desaparecieron cuando empezaste las clases. Por lo tanto, no eran tran graves...
- Si tienes razón. Siento no haber podido quedar antes contigo.
- Bah, tranquilo. También era cierto que cuando me lo pedías alguna vez yo te daba largas. No tenía ganas de salir de casa.
- ¿Y cómo que ahora has cambiado de actitud?
- Pues mira, después de todo lo ocurrido con mi ex novia, con mi pérdida del trabajo y vuelta a los brazos de mamá a que me mantuviera. Después de que mi madre me machacara con ello, y mil cosas más que ya sabes, empecé a sentirme más inservible vale de descuento caducado. Parecía que mi existencia no tuviera sentido, y que lo único que se la diera fuera ella. No sé, acabé realmente mal. En una profunda depresión. De hecho, llegué a ir a un psiquiatra que me mandó unas pastillas.
- Ya entiendo...no sabía que estuvieras tan jodido tío ¿Por qué nunca me llamabas?
- No tenía ganas tío. Estaba demasiado pensativo. Demasiado ensimismado conmigo. Ya sabes. Cuando estás de ese palo, no te dan ganas de nada. Ni de ver a tus viejos amigos.
- Lo debiste pasar fatal.
- No sabes cuanto. Pero un día un colega que estaba más o menos como yo me invitó a salir de fiesta y acepté. Lo hice porque pensé que igual salir de parranda me ayudaría. Y nada más lejos de la realidad.
- ¿Qué pasó?
- Como te dije me estaba medicando, y digamos que esa noche también bebí. No demasiado, pero lo suficiente para encontrarme en un estado lamentable. Tú ya me entiendes.
- Joder macho. Qué chungo! ¿Te ingresaron o algo?
- No hizo falta. Llegué a casa y al otro día estaba fatal de todo. Total, que al final después de como me sentó salir de fiesta decidí...
- ...que no saldrías más.
- No, decidí que no me iba a tomar más antidepresivos.
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